lunes, 11 de marzo de 2013

NACIMIENTO DE LA LOGIA INDEPENDENCIA



ASI  NACIO LA  LOGIA INDEPENDENCIA

I. El General Francisco de Miranda y las Logias Patrióticas.

Es imprescindible comenzar, a modo de introducción, la narración de la emancipación americana por la figura del General Francisco de Miranda, de quien no se tienen datos ciertos sobre su logia madre (algunos afirman que fue iniciado en Virginia, otros en Filadelfia, Londres o París), si bien es evidente que decidió organizar sociedades patrióticas americanas tomando como ejemplo el espíritu imperante en las logias europeas de finales del siglo XVIII, cuya esencia era la Libertad y la Justicia Social. Es así como funda en 1797, en la ciudad de Londres, la sociedad patriótica, de carácter masónico y de tendencia republicana, “Gran Reunión Americana”, erigiéndose Gran Maestre de la misma, y cuyo fin último era la emancipación de las colonias americanas del yugo español. Decidió fundar filiales de esta logia en diversas ciudades, entre ellas París, Madrid y principalmente el puerto de Cádiz, lugar donde arribaban los criollos ilustrados de las colonias y trababan relación con miembros de la Orden. En esta última ciudad, la logia recibe el nombre de “Caballeros Racionales Nº 7”, uno de cuyos miembros fuera Carlos María de Alvear. El citado masón argentino, quien luchó contra el ejército napoleónico en España, arriba a Londres en 1811 y conoce al General Miranda, afiliándose entonces a la Logia mirandista de la mencionada ciudad. En una carta interceptada de Carlos de Alvear (28 de octubre de 1811), dirigida a D. Rafael Mérida, miembro de la “Sociedad Patriótica” de Caracas (filial de la “Gran Reunión Americana” de Londres), éste le comunica sus planes de viajar a Buenos Aires con algunos hermanos, asegurando enviar comunicación de todo lo que ocurriera en estas tierras; en el listado complementario Nº 4 de la citada misiva, menciona como Hermanos admitidos en la “Sociedad de Caballeros Racionales Nº 7” a Manuel Moreno, natural de Buenos Aires, Luis López Méndez, Andrés Bello y Marqués del Apartado, de Caracas. En otra nota con igual fecha, también interceptada, Alvear le comunica al Venerable Presidente de la L. Nº 4 que, llegado a Londres “junto a los Hermanos San Martín, Zapiola, Mier, Villa-Urrutia y Chilavert, hemos fundado por orden de la L. Nº 3 una, con el Nº 7, y hemos recibido a los Hermanos que figuran en la lista que va con el Nº 4”. Estos Hermanos fundarían, a su arribo a Buenos Aires, la Logia Lautaro. Américo Carnicelli aclara que gran parte de los miembros del movimiento revolucionario tenían una doble pertenencia: eran masones de Logias Regulares y masones de Logias Patrióticas, mientras que algunos otros, sólo pertenecían a éstas últimas. Es necesario establecer esta diferencia ya que las logias mirandistas, según el citado autor, perseguían un fin exclusivamente político, hecho que los distanciaba del pensamiento basal de la masonería regular, pero no caben dudas que los líderes revolucionarios “aprovecharon la organización masónica para impulsar su movimiento”.

II. La masonería prerrevolucionaria en el Río de la Plata.

Si bien fue fundamental la tarea llevada a cabo por los Hermanos de las Logias Lautarinas en la Gesta Emancipadora de esta parte de América, no serán ellos el objetivo de este escrito, sino más bien los miembros de la masonería prerrevolucionaria en el Buenos Aires colonial.

Es difícil encontrar documentación escrita sobre la actuación de logias masónicas en el Río de la Plata durante este período: los miembros de las mismas debían actuar con sumo recato, ya que sus escritos (actas, iniciaciones, etc.) podían caer en manos de los realistas y padecer, en consecuencia, persecuciones y cárcel.

De acuerdo a los escritos de Emilio Corbière, Alcibíades Lappas y Frau Abrinés y Arús Arderiu, la primera logia instalada en Buenos Aires fue la “Logia Independencia”, con carta patente de la Gran Logia Escocesa de Francia, hacia 1795; su nombre expone claramente las intenciones emancipadoras de los Hermanos que allí se reunían.  La misma funcionaba, de acuerdo a los escritos de Francisco Guilló, en “una cueva, cuya entrada la tenía por un semiarruinado caserón situado en una de las calles que conducen a la plaza y cuya salida se prolongaba por una mina hasta los mismos pozos de la residencia”, y allá iban entrando con mucho recato y recelo, paulatinamente, en intervalo, varios individuos. Cualquiera hubiera podido observar, atendida la cautela y el misterio con que se rodeaban esos sujetos, que se trataba de una asociación secreta. En efecto, en aquella cueva funcionaba la Logia Independencia, recién fundada, que había de sentar en Sud América los cimientos de la institución masónica”  Queda demostrado la real existencia de la citada logia (también conocida como “la de los franceses”), gracias a un documento enviado por el Gran Oriente de Francia, quien al absorber la Gran Logia General Escocesa de Francia, declara nuestra logia independiente y soberana, sugiriéndole continuar con el Rito Escocés.

Durante el Virreinato de Olaguer (1795/99) se persiguió tenazmente a un grupo de ciudadanos franceses, acusados de comprar una considerable cantidad de balas que, presuponían, serían utilizadas para volar la Catedral; el grupo fue encarcelado y enjuiciado por Martín de Álzaga (pro-realista). Sin embargo, esta “Conspiración de los franceses” no fue más que una falsa excusa para perseguirlos por ser masones: los peninsulares temían que este grupo sembrara la semilla de los pensamientos libertarios en la colonia.

Emilio Corbière destaca que la “Logia Independencia” bajo la veneratura de Julián B. Álvarez, es la continuidad, al menos en su denominación, de “la de los franceses”, si bien difiere de ella; durante el mandato de Álvarez, “Independencia” proporcionó los cuadros necesarios para la fundación de la “Logia Lautaro”, al arribo de la Corbeta Canning, en 1812, con Alvear, San Martín y Zapiola, entre otros masones.

Juan José Castelli, quien fuera miembro y venerable de la “Logia Independencia”, funda en 1801 la Sociedad Patriótica, Literaria y Económica, cara visible de la citada logia. También fueron hermanos de logia Manuel Belgrano, Manuel Moreno e Hipólito Vieytes, estos últimos pertenecientes, de igual modo, a la “Logia Caballeros Racionales Nº 7”, de Cádiz.

Ya para esta fecha, se encontraba en plena actividad masónica y revolucionaria Don Saturnino Rodríguez Peña, quien fuera iniciado en la Logia Estrella del Sur, una de las dos logias fundadas durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807; no debemos olvidar que, por aquel entonces, los navíos ingleses eran logias flotantes. Don Saturnino era hermano de Don Nicolás Rodríguez Peña quien, según consta en acta notarial, adquiere en octubre de 1807 la finca en la que, junto a su socio Hipólito Vieytes, funcionaría durante algo más de dos años, la conocida “Jabonería de Vieytes”, que no sólo se desempeñaba como fábrica de velas y jabones, sino que lindero a sus instalaciones (vivienda de Don Hipólito), se reunían, entre otros, el dueño de casa, Castelli, Beruti, Nicolás Rodríguez Peña y Manuel Belgrano, con fines emancipatorios. No debe olvidarse el Café de Marco, donde se reunían no sólo masones, entre ellos Julián Álvarez (venerable de Independencia),  sino también criollos que luchaban por un gobierno propio; años después, ya cerrado el Café, conformarían la denominada Sociedad Patriótica (1812).

Como parte de la comunidad no veía con buenos ojos a la masonería, la Logia Independencia decidió separarse del mando del movimiento revolucionario, según el autor Lazcano, y desmovilizarse (los principios políticos se habían hecho carne entre los criollos). Deciden entonces crear una comisión, conformada con miembros de la Logia, que serían los encargados de dirigir y ejecutar los planes libertarios: la Sociedad de los Siete. En ella participaban, siempre según Lazcano, Juan José Castelli, Agustín Donado, Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña, Hipólito Vieytes, Manuel Belgrano y Feliciano Antonio Chiclana.

Esta Sociedad, inexistente para gran parte de los historiadores (entre ellos Canter), mítica para otros, fue, de haber existido, según Corbière, la cara visible de la Logia Independencia. El historiador Antonio Zinny (masón, fundador y venerable de la “Logia Lealtad Nº 6”) declaró haber tenido un documento con los nombres de los miembros de la Logia Independencia y la Sociedad de los Siete, agregando a esta última, al igual que el Deán Funes, los nombres de Matías Irigoyen y Antonio Luis Beruti. Es indudable la participación de grupos masónicos, junto a Saturnino Rodríguez Peña y Julián B. Álvarez, en los eventos que concluyeron en la Semana de Mayo de 1810.

La vivienda de Nicolás Rodríguez Peña se convirtió, esa semana, en sede deliberativa; allí reunidos, la noche del 19 los miembros de la Orden decidieron solicitar la convocatoria a un Cabildo Abierto, apoyados por los jefes militares Saavedra y Martín Rodríguez  (ambos masones). Ya para el 21 de mayo, los miembros de la denominada Legión Infernal, dirigida por los Hermanos French y Beruti, presionaban a las puertas del Cabildo, para concretar la ansiada convocatoria que se llevaría finalmente a cabo el día 22. Para tamaño evento se entregaron 450 invitaciones, de los cuales sólo concurrieron 251 personas, en su gran mayoría defensores de los principios patrióticos. Muchos sindican a los hermanos Rodríguez Peña como los encargados de solicitar a los cabildantes las invitaciones pertinentes, antes de llegar a la sesión, impidiendo, con diversos artilugios, la participación de los opositores a la causa. Gracias a las brillantes exposiciones de Castelli y Paso, la votación del 22 de mayo se inclinó por el cese en el cargo del Virrey Cisneros y su reemplazo por una Junta designada por los cabildantes, que en un principio sería presidida por el mismo Cisneros (día 24). Esa misma noche, la agitación popular era creciente y los patriotas se reunieron nuevamente en casa de Rodríguez Peña: no había tiempo que perder. Decidieron entrevistarse con Saavedra y Castelli (miembros de la fallida Junta), quienes reconocieron su error y renunciaron.

El 25 de Mayo la intervención de la masonería fue decisiva: viendo que el Cabildo no pensaba ceder ante la petición de los patriotas (la caída de Cisneros), irrumpieron en la Sala Capitular un grupo de “vecinos”, que disconformes con el Virrey , expresaron el disgusto y conmoción popular, y su firme convicción de no aceptar su postulación. Tal fue la presión que Cisneros dejó el cargo. Pero, no conformes con esto, ingresaron nuevamente los vecinos junto a un grupo de masones, entre ellos French, Chiclana, Planes y Beruti; fue este último el encargado de dar a conocer las nuevas peticiones: los nombres de los futuros miembros del Primer Gobierno Patrio (que fue concedido) y el envío de expediciones al interior, con el fin de propagar los ideales revolucionarios (se enviaron circulares instando a la elección de diputados para un futuro congreso en Buenos Aires). Dispuestos a todo, y bajo presión de los cabildantes, los patriotas acercaron la solicitud por escrito y con la firma de ciudadanos de diversa extracción social. Todos conocemos el final de la historia: la jura de la Primera Junta de Gobierno, la Circular del 27 de mayo y el Reglamento interno de la Junta, del día 28. Recordamos también las Logias Lautarinas y Mirandistas, y su influencia en la Campaña Libertadora de América, gracias a la cual se consolidó la Independencia del Continente.  


Recopilado por:



LA INFLUENCIA MASONICA EN EL GOBIERNO DE BENITO JUAREZ


Título: “La influencia masónica en el gobierno de Benito Juárez”
Antonio Attolini
 Centro Universitario Anglo Mexicano, Morelos
Asesor Io Adriana Delgado
Metodología: Investigación Bibliográfica
Introducción: La importancia que tiene Juárez en la historia de México y su relación con los grupos masónicos, fue determinante para la consolidación del actual estado mexicano.
Objetivo: Demostrar que durante el gobierno “Juarista” la influencia masónica, fue crucial en el
desarrollo del país y el inicio de la consolidación del estado liberal contemporáneo mexicano.
Hipótesis: El gobierno de Juárez, con la influencia, da inicio de la consolidación del estado liberal mexicano contemporáneo.
Variable Independiente: Influencia Masónica
Variable Dependiente: Inicio de la consolidación del estado liberal contemporáneo mexicano.
Desarrollo: Recién consumada la Independencia de México, en 1821, la sociedad Mexicana enfrenta el debate político fundamental de su historia: decidir si el nuevo país se constituye en una república centralista o en una federalista. La masonería desempeña, desde entonces, un papel crucial en la historia mexicana; el llamado “rito escocés”, integrado por españoles peninsulares y algunos criollos deseosos de mantener los privilegios virreinales, se pronuncia por un esquema de Organización política centralista. Los mestizos —la clase social emergente— deciden luchar por un modelo de república federal y se agrupan en el Rito York. Ambos sistemas de masonería se convierten en auténticos partidos políticos y según cuenta don José María Mateos en su Historia de la Masonería en México: 1806-1884, pronto las Logias dejaron de ser tales y se convirtieron en camarillas de poder y de influencia. Los rituales y el simbolismo masónico desaparecieron para constituirse en auténticos partidos políticos en los que ser escocés significaba ser centralista, y ser yorkino, federalista. Había masones escoceses y yorkinos en calidad de diputados al Congreso y el debate era tan fuerte que la fraternidad dejó de ser tal ante la lucha por el poder y el triunfo de uno de los dos proyectos. Ganó, finalmente, el proyecto de nación federal, es decir, el partido yorkino.
Nueve masones de ritual —cinco de York y cuatro del Escocés—, masones de Logia, de ceremonia y de simbolismo, hastiados de ver a las Logias convertidas en partidos políticos, deciden separarse de sus talleres y fundan un sistema masónico que prevaleció durante todo el siglo XIX y al que dieron por nombre el de «Rito Nacional Mexicano». La fundación de este sistema masónico ocurrió en 1825. Esta masonería —irregular a los ojos de las Grandes Logias americanas y europeas, de adhesión británica— tuvo entre sus miembros a los más preclaros varones mexicanos del siglo XIX, y fue una masonería que nació para trabajar el ritual y el simbolismo iniciático ancestral. Pero el estado de las cosas en la política mexicana, la sediciosa postura del clero católico mexicano en sus afanes de controlar la educación y de mantener el control de la política del país, así como sus enormes riquezas inmobiliarias y agrarias, hizo que la bancada liberal se agrupara de nueva cuenta, pero ya no en las facciones “yorkinas” y “escocesas”, sino ahora bajo las banderas de dos fuerzas oponentes: liberales contra conservadores o dicho de otro modo: masones contra clericales. La lucha fue enconada y derivó en una guerra civil, la Guerra de Reforma, con caros desgastes sociales, económicos y políticos; enconos que hoy en día florecen en la realidad mexicana, no obstante el triunfo moral de la verdad contra el oscurantismo.
Para muchos historiadores —sin datos fidedignos— Benito Pablo Juárez García se habría iniciado en una de estas Logias del Rito Nacional Mexicano; no se sabe si en la ciudad de México o en la de Oaxaca. Se propone acuciosamente la ciudad de México y en la fecha del 15 de enero de 1847, precisamente en una Logia presuntamente llamada “Independencia” No. 2. Los que opinan que la iniciación ocurrió en Oaxaca, por 1833 o 1834, postulan que fue en una Logia del Rito York denominada “Espejo de las Virtudes”, de las que fundó la Gran Logia Nacional Mexicana de 1824.
Pero don Rafael Zayas Enríquez, sostiene que el evento ocurrió en la ciudad de México, y al efecto afirma: Juárez fue un francmasón que perteneció al Rito Nacional Mexicano, y en el que llegó a obtener el grado Noveno, equivalente al grado 33° del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que fue tan ferviente en la práctica masónica que su nombre se conserva con veneración en todos los ritos, y muchas logias y cuerpos filosóficos lo han adoptado como un símbolo sagrado.
Algunos de los personajes que asistieron a la tenida de iniciación de dicha Logia del Rito Nacional fueron los hermanos Manuel Crescencio Rejón, “el Pericles de nuestros oradores”, don Valentín Gómez Farías, patriarca de la democracia y entonces Presidente de la República, don Pedro Zubieta, Ministro de Hacienda, Pedro Lemus, Comandante General del Distrito Federal y del Estado de México; los hermanos Diputados federales José María del Río, Fernando Ortega, Tiburcio Cañas y Francisco Banuet. También presenciaron el acto iniciático —según se afirma— don Agustín Buenrostro, Joaquín Navarro, don Ambrosio Moreno, Ministro del Tribunal Superior de Justicia, Miguel Lerdo de Tejada y otras muchas personas distinguidísimas en las armas y en las letras. Dicen los narradores que Benito Juárez, desde aquella noche de su iniciación, adoptó el nombre simbólico de «Guillermo Tell», queriendo significar que habría de ser enérgico y constante, tal como lo fue el héroe suizo en defensa de las libertades patrias de su terruño.
Hay que asentar que las fuentes aseguran que, para celebrar la iniciación masónica de Juárez, fue habilitado como Templo masónico el salón de sesiones del H. Senado de la República, y que la ceremonia de iniciación estuvo presidida por el ilustre hermano don José María del Río, entonces Gran Maestro del Rito Nacional Mexicano. Se dice que Juárez, además de haber elegido el nombre simbólico del personaje suizo, quiso siempre, en todo momento y lugar, desempeñar el puesto de Guarda Templo y ningún otro. Hay quienes sostienen que fue Venerable Maestro en dos ocasiones de su Logia “Independencia” No. 2
El natalicio de Benito Juárez, ocurrido en Guelatao, Oaxaca, México, un 21 de marzo de 1806, coincide con una época de grandes agitaciones, en las que el eje es la lucha por la libertad y el progreso. El siglo XVIII había legado a la humanidad testimonios de grandeza intelectual en las obras de los enciclopedistas franceses, inspiradores del liberalismo que habría de pugnar en México el Dr. José María Luís Mora. Hijos de esta tradición libertaria son Washington, Miguel Hidalgo, José María Morelos y Pavón, Sucre, San Martín, Manzini, en Italia, Simón Bolívar, Bernardo O’Higgins, Juárez y por supuesto Lincoln.
¿Por qué Juárez se hizo masón? Seguramente porque percibió en la vieja Orden Fraternal las simientes más puras de la fraternidad, de la caridad evangélica y el mutuo socorro. Juárez se hizo masón, seguramente porque encontró que ella no atacaba a ninguna religión —siendo él, y más tarde su esposa Margarita, profundamente católicos—, porque observó en los masones el respeto más arraigado a la libertad de cultos y porque comprendió que ser masón era equivalente a ser librepensador y a la vez profundamente espiritual. Juárez debió comprender en su fuero interno que si la masonería conservaba ciertas ritualidades era porque quería perpetuar así la sabiduría del pasado remoto de la humanidad y para garantizar en el mundo la permanencia de leyes, principios y enseñanzas que conservan el carácter libérrimo de la condición humana.
El desempeño público de Juárez esta plagado de principios masónicos y evidencia, a todas luces, su más calada vocación religiosa y espiritual. En efecto, Juárez nunca fue enemigo de la Iglesia Católica, pues él mismo fue un profundo católico; ni él, ni la masonería, ni los masones mexicanos han expresado jamás oposición ni al cristianismo ni a la catolicidad del pueblo de México. Lo único que Juárez —y los masones de hoy— pensamos y oponemos es el carácter retrógrado del clero mexicano, el sistemático y ancestral odio que los curas expresan hacia la masonería y los masones de México. ¿La razón? Haberle dado a México las Leyes de Reforma, y con ellas el pase a la modernidad jurídica y política expresadas en la separación del Estado y de la Iglesia, la educación laica y respetuosa, la amortización de los bienes del clero, el matrimonio civil —conservando el religioso— y otras bondades que solo los espíritus timoratos y oscurantistas pueden llegar a temer y odiar con tanta pasión como los curas mexicanos y sus seguidores de hoy y siempre.
El elevado espíritu masónico de Benito Juárez tuvo su más fervorosa expresión en el patriotismo y tolerancia con que condujo su vida personal, familiar y política. El cumplimiento exacto de sus deberes masónicos y fraternales creando escuelas, protegiendo la libertad de palabra y escrita y velando por el cumplimiento preciso de las leyes constitucionales. ¿Por qué tanto odio de la iglesia mexicana hacia Juárez y los masones?
Conclusiones: Al realizar una comparación entres los ideales masónicos más importantes y característico con las acciones legales y el desempeño gubernamental de Juárez, podemos concluir que los ideales masónicos estuvieron íntimamente ligados con las acciones legales en su gobierno.

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