Título:
“La
influencia masónica en el gobierno de Benito Juárez”
Antonio
Attolini
Asesor
Io Adriana Delgado
Metodología: Investigación
Bibliográfica
Introducción: La importancia que
tiene Juárez en la historia de México y su relación con los grupos masónicos,
fue determinante para la consolidación del actual estado mexicano.
Objetivo:
Demostrar
que durante el gobierno “Juarista” la influencia masónica, fue crucial en el
desarrollo
del país y el inicio de la consolidación del estado liberal contemporáneo
mexicano.
Hipótesis:
El
gobierno de Juárez, con la influencia, da inicio de la consolidación del estado
liberal mexicano contemporáneo.
Variable
Independiente: Influencia
Masónica
Variable
Dependiente:
Inicio de la consolidación del estado liberal contemporáneo mexicano.
Desarrollo:
Recién
consumada la Independencia de México, en 1821, la sociedad Mexicana enfrenta el
debate político fundamental de su historia: decidir si el nuevo país se
constituye en una república centralista o en una federalista. La masonería
desempeña, desde entonces, un papel crucial en la historia mexicana; el llamado
“rito escocés”, integrado por españoles peninsulares y algunos criollos deseosos
de mantener los privilegios virreinales, se pronuncia por un esquema de Organización
política centralista. Los mestizos —la clase social emergente— deciden luchar
por un modelo de república federal y se agrupan en el Rito York. Ambos sistemas
de masonería se convierten en auténticos partidos políticos y según cuenta don
José María Mateos en su Historia de la Masonería en México: 1806-1884, pronto
las Logias dejaron de ser tales y se convirtieron en camarillas de poder y de
influencia. Los rituales y el simbolismo masónico desaparecieron para constituirse
en auténticos partidos políticos en los que ser escocés significaba ser
centralista, y ser yorkino, federalista. Había masones escoceses y yorkinos en
calidad de diputados al Congreso y el debate era tan fuerte que la fraternidad
dejó de ser tal ante la lucha por el poder y el triunfo de uno de los dos
proyectos. Ganó, finalmente, el proyecto de nación federal, es decir, el
partido yorkino.
Nueve
masones de ritual —cinco de York y cuatro del Escocés—, masones de Logia, de
ceremonia y de simbolismo, hastiados de ver a las Logias convertidas en
partidos políticos, deciden separarse de sus talleres y fundan un sistema
masónico que prevaleció durante todo el siglo XIX y al que dieron por nombre el
de «Rito Nacional Mexicano». La fundación de este sistema masónico ocurrió en 1825.
Esta masonería —irregular a los ojos de las Grandes Logias americanas y
europeas, de adhesión británica— tuvo entre sus miembros a los más preclaros
varones mexicanos del siglo XIX, y fue una masonería que nació para trabajar el
ritual y el simbolismo iniciático ancestral. Pero el estado de las cosas en la
política mexicana, la sediciosa postura del clero católico mexicano en sus
afanes de controlar la educación y de mantener el control de la política del
país, así como sus enormes riquezas inmobiliarias y agrarias, hizo que la
bancada liberal se agrupara de nueva cuenta, pero ya no en las facciones
“yorkinas” y “escocesas”, sino ahora bajo las banderas de dos fuerzas
oponentes: liberales contra conservadores o dicho de otro modo: masones contra
clericales. La lucha fue enconada y derivó en una guerra civil, la Guerra de
Reforma, con caros desgastes sociales, económicos y políticos; enconos que hoy
en día florecen en la realidad mexicana, no obstante el triunfo moral de la
verdad contra el oscurantismo.
Para
muchos historiadores —sin datos fidedignos— Benito Pablo Juárez García se
habría iniciado en una de estas Logias del Rito Nacional Mexicano; no se sabe
si en la ciudad de México o en la de Oaxaca. Se propone acuciosamente la ciudad
de México y en la fecha del 15 de enero de 1847, precisamente en una Logia
presuntamente llamada “Independencia” No. 2. Los que opinan que la iniciación
ocurrió en Oaxaca, por 1833 o 1834, postulan que fue en una Logia del Rito York
denominada “Espejo de las Virtudes”, de las que fundó la Gran Logia Nacional
Mexicana de 1824.
Pero
don Rafael Zayas Enríquez, sostiene que el evento ocurrió en la ciudad de
México, y al efecto afirma: Juárez fue un francmasón que perteneció al Rito
Nacional Mexicano, y en el que llegó a obtener el grado Noveno, equivalente al
grado 33° del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que fue tan ferviente en la
práctica masónica que su nombre se conserva con veneración en todos los ritos,
y muchas logias y cuerpos filosóficos lo han adoptado como un símbolo sagrado.
Algunos
de los personajes que asistieron a la tenida de iniciación de dicha Logia del
Rito Nacional fueron los hermanos Manuel Crescencio Rejón, “el Pericles de
nuestros oradores”, don Valentín Gómez Farías, patriarca de la democracia y
entonces Presidente de la República, don Pedro Zubieta, Ministro de Hacienda,
Pedro Lemus, Comandante General del Distrito Federal y del Estado de México;
los hermanos Diputados federales José María del Río, Fernando Ortega, Tiburcio
Cañas y Francisco Banuet. También presenciaron el acto iniciático —según se
afirma— don Agustín Buenrostro, Joaquín Navarro, don Ambrosio Moreno, Ministro
del Tribunal Superior de Justicia, Miguel Lerdo de Tejada y otras muchas
personas distinguidísimas en las armas y en las letras. Dicen los narradores
que Benito Juárez, desde aquella noche de su iniciación, adoptó el nombre
simbólico de «Guillermo Tell», queriendo significar que habría de ser enérgico
y constante, tal como lo fue el héroe suizo en defensa de las libertades
patrias de su terruño.
Hay
que asentar que las fuentes aseguran que, para celebrar la iniciación masónica
de Juárez, fue habilitado como Templo masónico el salón de sesiones del H.
Senado de la República, y que la ceremonia de iniciación estuvo presidida por
el ilustre hermano don José María del Río, entonces Gran Maestro del Rito
Nacional Mexicano. Se dice que Juárez, además de haber elegido el nombre simbólico
del personaje suizo, quiso siempre, en todo momento y lugar, desempeñar el
puesto de Guarda Templo y ningún otro. Hay quienes sostienen que fue Venerable
Maestro en dos ocasiones de su Logia “Independencia” No. 2
El
natalicio de Benito Juárez, ocurrido en Guelatao, Oaxaca, México, un 21 de
marzo de 1806, coincide con una época de grandes agitaciones, en las que el eje
es la lucha por la libertad y el progreso. El siglo XVIII había legado a la
humanidad testimonios de grandeza intelectual en las obras de los enciclopedistas
franceses, inspiradores del liberalismo que habría de pugnar en México el Dr. José
María Luís Mora. Hijos de esta tradición libertaria son Washington, Miguel
Hidalgo, José María Morelos y Pavón, Sucre, San Martín, Manzini, en Italia,
Simón Bolívar, Bernardo O’Higgins, Juárez y por supuesto Lincoln.
¿Por
qué Juárez se hizo masón? Seguramente porque percibió en la vieja Orden
Fraternal las simientes más puras de la fraternidad, de la caridad evangélica y
el mutuo socorro. Juárez se hizo masón, seguramente porque encontró que ella no
atacaba a ninguna religión —siendo él, y más tarde su esposa Margarita,
profundamente católicos—, porque observó en los masones el respeto más
arraigado a la libertad de cultos y porque comprendió que ser masón era
equivalente a ser librepensador y a la vez profundamente espiritual. Juárez
debió comprender en su fuero interno que si la masonería conservaba ciertas
ritualidades era porque quería perpetuar así la sabiduría del pasado remoto de
la humanidad y para garantizar en el mundo la permanencia de leyes, principios
y enseñanzas que conservan el carácter libérrimo de la condición humana.
El
desempeño público de Juárez esta plagado de principios masónicos y evidencia, a
todas luces, su más calada vocación religiosa y espiritual. En efecto, Juárez
nunca fue enemigo de la Iglesia Católica, pues él mismo fue un profundo
católico; ni él, ni la masonería, ni los masones mexicanos han expresado jamás
oposición ni al cristianismo ni a la catolicidad del pueblo de México. Lo único
que Juárez —y los masones de hoy— pensamos y oponemos es el carácter retrógrado
del clero mexicano, el sistemático y ancestral odio que los curas expresan
hacia la masonería y los masones de México. ¿La razón? Haberle dado a México
las Leyes de Reforma, y con ellas el pase a la modernidad jurídica y política
expresadas en la separación del Estado y de la Iglesia, la educación laica y
respetuosa, la amortización de los bienes del clero, el matrimonio civil
—conservando el religioso— y otras bondades que solo los espíritus timoratos y
oscurantistas pueden llegar a temer y odiar con tanta pasión como los curas
mexicanos y sus seguidores de hoy y siempre.
El
elevado espíritu masónico de Benito Juárez tuvo su más fervorosa expresión en
el patriotismo y tolerancia con que condujo su vida personal, familiar y
política. El cumplimiento exacto de sus deberes masónicos y fraternales creando
escuelas, protegiendo la libertad de palabra y escrita y velando por el
cumplimiento preciso de las leyes constitucionales. ¿Por qué tanto odio de la
iglesia mexicana hacia Juárez y los masones?
Conclusiones:
Al
realizar una comparación entres los ideales masónicos más importantes y característico
con las acciones legales y el desempeño gubernamental de Juárez, podemos
concluir que los ideales masónicos estuvieron íntimamente ligados con las
acciones legales en su gobierno.
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